En una inusual declaración conjunta, publicada en la cuenta de Twitter de Lula, los jefes del Congreso y del Supremo Tribunal Federal, rechazaron los “actos terroristas, de vandalismo, criminales y golpistas sucedidos la tarde de ayer en Brasilia”.
Los representantes de los poderes públicos de Brasil se reunieron en el Palacio de Planalto, donde Lula prevé despachar durante la jornada pese a que el predio fue uno de los vandalizados, con ventanas rotas y algunas oficinas destrozadas.
Además de la sede de gobierno, la de la Corte Suprema y del Congreso fueron tomadas el domingo durante casi cuatro horas por miles de seguidores del exmandatario de extrema derecha Jair Bolsonaro, que exigían una intervención militar para retirar a Lula del cargo que asumió el primero de enero.
Los incidentes protagonizados por los bolsonaristas, a los que Lula llamó “fascistas fanáticos”, recordaron los ataques al Capitolio en Washington hace dos años, llevados a cabo por simpatizantes del entonces presidente estadounidense Donald Trump, aliado de Bolsonaro.