Excelsior
A más de un año de la prohibición, los vapeadores no se han esfumado. Sitios como restaurantes, bares o afuera de las escuelas, permanecen cubiertos por una nube que no se ha logrado dispersar.
Los vapeadores, también conocidos como vapes, e-cigarrillos o cigarros electrónicos son dispositivos que producen vapor a través de una resistencia que, alimentada por una batería, calienta el líquido contenido dentro del producto hasta llevarlo al punto de ebullición. El líquido puede contener nicotina y otras sustancias adictivas.
De múltiples colores y diseños, los vapes tomaron relevancia en años recientes debido a su practicidad y facilidad de uso.
Cifras oficiales de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), estiman que al menos cinco millones de mexicanos entre los 12 y los 65 años han utilizado un vaper.
El decreto emitido en 2022 prohibió la comercialización de vapeadores y cigarros electrónicos bajo el argumento de que son más dañinos que los cigarros convencionales, y que además pueden causar desde diarrea y vómito hasta enfisema, bronquitis, asma, infartos cerebrales y cardíacos, y daños al sistema nervioso o respiratorio.
A través de la Cofepris, científicos y médicos del Laboratorio Nacional de Referencia diseñaron un estudio para conocer el contenido de los vapeadores; los resultados arrojaron más de 30 sustancias no reportadas en los empaques.
Entre los compuestos que causaron alarma entre las autoridades sanitarias estaba el linalool, una sustancia contenida en insecticidas; alcohol bencílico el cual solo está permitido para utilizarse en perfumes, cremas y algunos cosméticos; isoamilo, un compuesto localizado en el aguijón de las abejas, lo que causa la adicción al producto que lo contiene.
De acuerdo con el sector salud, en México se estima que el 45% de los adolescentes conocen los vapeadores y 1.7 millones de personas los consumen; en apego a los estudios, el uso del vape podría desencadenar adicciones a temprana edad.