Los anillos pueden tener un crecimiento normal y estar controlados por factores climáticos, pero cuando hay bastante frío o sequía presentan estrés hídrico y en su crecimiento, por lo cual serán delgados y estrechos. En cambio, cuando las condiciones son favorables y hay abundante agua, luz y suelo, crecerán más anchos, detalló.
Si el árbol está en una barranca donde hubo flujos o escombros, esas rocas que se remueven suelen impactar sus troncos, los puede inclinar, sepultar o dejar una marca de árbol descortezado, porque corroe la cicatriz de corteza, lo que también se analiza.
El método
Para obtener un núcleo del árbol de apenas unos milímetros que no afecte su desarrollo, los especialistas utilizan barrenas especiales (barras finas de acero con un extremo terminado en punta de hélice, que sirve para hacer agujeros en la madera) con las que extraen un núcleo de árbol sin dañarlo.
Franco Ramos detalló: “Obtenemos esta información y podemos ver las anomalías y cuando ocurrieron. Lo usamos principalmente en árboles vivos, de donde extraemos un núcleo de pocos milímetros de diámetro, y con esa muestra obtenemos información, fechamos y sabemos qué pasó ahí. La mayoría de los muestreos se hace con este tipo de colectas en árboles vivos y solo con un pequeño núcleo. En los árboles muertos se puede sacar una sección completa si la madera está bien conservada para poder fechar”.
Con el núcleo, en el laboratorio se clasifica, se pule y lija para poder visualizar correctamente los anillos. Luego se realiza el fechado y su medición para después llevar a cabo su análisis. Cuando los estudios son químicos, la preparación es distinta, depende de cada investigación”.
Para fines de mitigación de riesgos geológicos también es un método útil para estudiar sucesos ocurridos hace cientos de años. “Nos permite ver qué pasó en un tiempo más largo en el pasado y conocer eventos que nos pueden servir para los planes de mitigación de riesgos en zonas específicas”, comentó.