Los trabajos los llevaron a descender 52 escalones y “se encuentran que no hay nada”.
“Fue uno de los trabajadores el que se da cuenta de que hay una losa triangular en el costado izquierdo y se dice que eso fue el trabajo más complicado, la remoción de esta losa”, explica Garay.
Ruz no tenía idea de que se trataba de la tumba de Pakal. Pensó que era un altar. En las paredes encontraron nueve señores del inframundo tallados en relieve y cinco esqueletos, posiblemente de una ofrenda.
Pero entonces vino uno de tres descubrimientos asombrosos: la altamente detallada lápida de Pakal, con inscripciones sobre la historia del rey, su dinastía, los dioses mayas y los astros, según explica De la Garza.
Garay explica que “el mismo trabajador que dio con la primera pista, de que había una puerta secreta, es el que sugiere que se taladre” la lápida de casi 20 cm de grosor para ver si hay algo debajo de ella.
“Pensar en taladrar eso era muy complicado. Pero una vez que taladran y que meten por ahí un hilito, un cablecito, y surge el color rojo cinabrio, pues ahí es que se dan cuenta que están frente a un entierro, de alguien muy importante”, señala Garay.
Encontrar ese colorante era sinónimo de que había un entierro funerario.
Llevaron gatos hidráulicos, de los usados para levantar camiones, y con mucho trabajo consiguieron elevar la pesada lápida. En cuanto hubo el espacio justo, Ruz se introdujo decidido a develar qué había ahí.
“Y puede por primera vez darse cuenta de que estaban viendo los restos óseos de aquel personaje para el cual todo eso se había sido construido. Es sin duda uno de los de los grandes descubrimientos registrados de la humanidad en ese momento”, cuenta Garay con emoción.
El hallazgo de los restos de Pakal y los de una máscara de jade de una extraordinaria manufactura artística fueron los otros dos asombros descubrimientos de Ruz y su equipo.
“En el momento de pasar el umbral tuve la extraña sensación de penetrar en el tiempo. En un tiempo que había sido detenido 1.000 años antes“, describió el propio Ruz.
Tuvieron que pasar unas dos décadas para que los expertos descifraran que era la tumba de Pakal, su importancia en el mundo maya y la trascendencia del hallazgo de Ruz.
“Encontrar fuera de Egipto otro templo que también tuviera un conducto secreto y que llevara a una tumba llamó la atención en todo el mundo. Y a raíz de eso Alberto Ruz se volvió una persona sumamente famosa, reconocida, dio pláticas de esto por todo el mundo”, señala Garay.
“Todavía hay muchísimo por conocer. Yo creo que todo este siglo para nosotros va a ser de conocer y entender más sobre todas estas grandes civilizaciones. Poco a poco vamos a ir descubriendo la grandeza de donde caminamos y las raíces que tenemos”.