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Un niño de aparentemente 8 a 10 años de edad llega a la sala de su casa con una carriola y en ella está su hermano de tan solo unos meses de nacido, cuando de repente un mal movimiento hace que las llantas de la carriola se volteen y pierda la fuerza en sus manos, la carriola se inclina y el intenta sostenerla para que no se ladee, pero el peso es demasiado así que termina por soltarla.
Afortunadamente el pequeño termina sobre uno de los sillones, pero el niño al intentar jalar la carriola para volver a tener el control hace que la carriola se gire por completo y el pequeño termine por tocar el piso, el niño una vez más intenta con fuerza subir la carriola, pero las ruedas se lo impiden, pues empiezan a deslizarse por el piso.
Aun así, el niño no se da por vencido y sigue intentándolo una y otra vez, sin soltar la carriola, pero el peso es el doble de su fuerza, así que todo esfuerzo es inútil.
El hermanito coloca sus manos al ver que termina boca abajo, esto para evadir un golpe en la caída.
Al final la carriola termina completamente en el suelo, el niño se aferra y pone sus últimas energías para levantar por completo la carriola, pero al no conseguirlo y su frustración por ver a su hermanito en el piso hace que termine por llorar y pedir ayuda.