La principal amenaza para los ecosistemas naturales, incluyendo a los bosques, es la actividad humana y en especial, el cambio de uso de suelo, afirma el director del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES), Diego Pérez Salicrup.
En nuestro país, entre 2001 y 2018 se perdieron 212 mil 070 hectáreas forestales en promedio al año: 94 por ciento fue para convertirlas en espacios para usos agropecuarios, seguida de la conversión a agricultura, de acuerdo con la Comisión Nacional Forestal.
De acuerdo con el organismo, las zonas más críticas de deforestación se localizan principalmente en la península de Yucatán –Campeche, Quintana Roo y Yucatán–, así como en los estados de Chiapas, Michoacán y Jalisco.
El también especialista en Ecología y Manejo de Recursos Forestales, refiere que cuando modificamos un suelo cubierto de vegetación natural a otro con fines de aprovechamiento humano, hay un detrimento de la cobertura natural.
Por ello, señala que por el bien de la humanidad se tienen que conservar los bosques y los demás ecosistemas, pues son fuentes de recursos y sitios para la existencia del resto de las especies cuya presencia es fundamental para nuestro propio bienestar.
Ante ello, explica que, en la medida en que las urbes y las zonas agrícolas se expanden y se reduce la cobertura vegetal natural, se pueden generar problemas de salud importantes.
A manera de ejemplo, especificó que la gripe aviar que recientemente apareció en alguna especie puede mutar, afectar a aves silvestres y luego a las de corral y otros vertebrados, como se presume que está pasando con los lobos marinos en la costa de Perú.
Hoy en día los bosques de coníferas y encinos de Michoacán sufren una fuerte presión para ser sustituidos por plantaciones de aguacate, que desde el año 2000 comenzó su expansión.
Lo mismo pasa en las zonas áridas de Jalisco, donde el ecosistema natural de selva baja o bosque estacionalmente seco se ha cambiado por plantaciones de agave azul, a fin de satisfacer la demanda de tequila.