La inflación en México desaceleró a 5.84 por ciento en mayo, su menor nivel en 21 meses. Al resultar debajo de lo esperado por analistas financieros, el dato fue leído en su mayor parte como positivo, pero no lo suficiente para asegurar que los riesgos asociados al repunte de precios están del todo descartados, ni que el Banco de México puede en lo inmediato reducir su tasa de interés.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó que por primera vez desde agosto de 2021 la inflación anual se ubicó por debajo de 6 por ciento. La baja está recargada en los energéticos –sobre todo en las tarifas de electricidad, debido a subsidios temporales en 11 ciudades–, mientras los alimentos y bebidas procesadas siguen siendo de los insumos que mayor presión representan al alza.
Analistas financieros apuntan a que la inflación general siga una trayectoria descendente, a raíz de menores costos en bienes importados, “la apreciación del peso y unos precios no subyacentes relativamente estables”. Sin embargo, un mayor crecimiento de la economía y una inflación subyacente, que “aún enfrenta resistencia a la baja”, podrían incidir en sentido contrario.
El Inegi reportó que en mayo la inflación no subyacente –bajo la cual se agrupan los insumos y servicios más propensos a variar– fue de 1.24 por ciento a tasa anual, su nivel más bajo en 29 meses. A su interior cayeron 5.48 por ciento los precios de los energéticos, pero hubo incrementos en el resto de sus componentes. Los agropecuarios aumentaron 4.95 por ciento y las tarifas autorizadas por el gobierno, 6.99 por ciento.