Este 15 de noviembre es el Día Nacional contra el Uso Nocivo del Alcohol, el cual es considerado una droga, por lo que en México sólo se permite su consumo a partir de los 18 años de edad, siendo así un problema de salud pública.
El consumo de alcohol en los menores ha cobrado gran importancia por los efectos que provoca en la salud, en la familia, en la escuela y en el desarrollo, así como por las consecuencias económicas y sociales que provoca.
En México, según la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco (ENCODAT 2016), el 39.8 por ciento de los menores de edad (es decir, 4 de cada diez) han consumido alcohol alguna vez en la vida, y 8.3 por ciento (es decir, casi 1 de cada diez) consumieron cinco copas o más en el último mes.
Los datos también indican que el consumo en menores va en aumento, ya que entre 2011 y 2016 el consumo excesivo en menores de edad se incrementó 93.1 por ciento.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las drogas son todas las sustancias que al introducirse al organismo pueden modificar una o más de sus funciones y generar dependencia, es decir, que después de un cierto tiempo de consumirlas, el cuerpo las necesita para sentirse bien.
El estudio de Carga Global de Enfermedad estima que durante 2017 el consumo de alcohol fue el sexto factor de riesgo asociado a muerte prematura en población general, sin embargo, en población menor a 20 años el alcohol pasó a ser el cuarto factor de riesgo más importante para muerte prematura y el quinto factor de riesgo para discapacidad, con diferencias importantes entre sexos.
El consumo constante de alcohol puede dejar como consecuencias a largo plazo:
-Dependencia o adicción física y psicológica.
-Enfermedades del hígado, como inflamación, cirrosis y hepatitis alcohólica.
-Inflamación del páncreas, que interfiere con la secreción de los jugos digestivos y desnutrición por mala alimentación.