La caza de brujas es un suceso histórico repleto de bulos, falsedades y apreciaciones erróneas.
A nivel popular se cree por ejemplo que ocurrió en la Edad Media, que se saldó con la muerte de cientos de miles de personas en Europa y que España, a través de la Inquisición, fue uno de los países que más brujas mandó a la hoguera. Sin embargo, nada de eso es cierto.
La ensayista española Adela Muñoz (La Carolina, Jaén, 1958), publicó a comienzos de año “Brujas”, un libro fruto de una profunda investigación que a lo largo de 400 páginas disecciona con rigurosidad ese fenómeno.
Muñoz, doctora y catedrática en Química, admite que ella misma era víctima de varios clichés e ideas preconcebidas cuando decidió ponerse a estudiar la caza de brujas.
Ganadora en 2015 del Premio Meridiana del Instituto Andaluz de la mujer -un galardón que recibió en reconocimiento a su labor en defensa de la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres-, reconoce por ejemplo que ella pensaba que las brujas eran mujeres rebeldes que se atrevieron a desafiar las normas de su tiempo y fueron castigadas por ello. Otro mito. Pero lo peor es que, como consigna en su trabajo, la caza de brujas no se ha terminado. Por desgracia, está muy viva, especialmente en países del África subsahariana, pero también en el Caribe y Centroamérica.
¿Entonces España no fue un nido de caza de brujas?
No, en absoluto. Es una percepción errónea consecuencia de no leer los trabajos de investigación histórica muy rigurosos que se llevan haciendo desde hace más de un siglo, y que parece que no han trascendido los ámbitos académicos.
Yo misma, que soy curiosa por la historia y en particular por la historia de las mujeres, pensaba que en España había tenido lugar una terrible caza de brujas.
Pero cuando investigué me encontré con que no había sido así.
Lo más sorprendente es que la primera publicación de un historiador extranjero que deja eso claro, obra del estadounidense Henry Charles Lea, es de hace más de un siglo.
¿Y por qué crees que se ha perpetuado ese mito falso? ¿Quizás por la mala fama que arrastra el Santo Oficio?
Sí, pareciera que todo el mundo cree saberlo todo sobre la Inquisición, que fue una institución con muchas cosas malas, pero que a lo largo de su trayectoria de varios siglos también tuvo distintas variaciones y facetas.
A nivel académico está clarísimo que España fue un país con una actuación única de coherencia y rigor, pero es muy sorprendente cómo un prejuicio se arraiga muy dentro y es muy difícil de erradicar.
Las cifras que ofreces en tu libro son en ese sentido impresionantes: en Alemania fueron ejecutadas por brujería 25.000 personas, mientras que en España sólo unas 500, de las cuales 400 fueron ejecutadas en Cataluña, territorio que escapaba a la jurisdicción de la Inquisición, ¿verdad?
Sí, excluyendo Cataluña, en el resto de España -que estaba sometido a la jurisdicción de la Inquisición- el número de personas ejecutadas por brujería fue de 29, mientras que en Alemania lo fueron entre 25.000 y 30.000.
Son números apabullantes y que no solamente no han sido desmentidos, sino que conforme va avanzando el tiempo se consolidan más y más.
Investigaciones difundidas a comienzos del siglo XX han seguido descubriendo más ejecuciones en Alemania, con lo que la magnitud de esa diferencia no hace más que aumentar con el avance de los estudios.
Tú sostienes que si en España se persiguió poco a las brujas fue en realidad gracias al Santo Oficio, que creía poco en esas cosas y se concentraba sin embargo en perseguir a judíos y moriscos…
Claro. Su objetivo eran clarísimamente los judaizantes y los protestantes, y los pocos que surgieron en Valladolid y en Sevilla fueron quebrantados de forma implacable.
Pero la Inquisición no creía en las brujas, no creía que eso fuera un delito, así que no se dedicó a perseguirlas.
Es más: tuvo una tarea de frenar la persecución contra ellas, que surgía de manera espontánea en las clases populares, que estaban convencidas de la existencia de personas perversas que eran el vehículo que el diablo usaba para causar el mal sobre la Tierra.