El fenómeno meteorológico conocido como El Niño-Oscilación del Sur (ENOS) ha capturado la atención de científicos y comunidades alrededor del mundo debido a sus efectos significativos en los patrones climáticos globales. Originado como un débil calentamiento en la temperatura superficial del mar a lo largo de las costas de Perú y Ecuador, este fenómeno ha evolucionado para abarcar una región mucho más extensa, desde el Pacífico central hasta el Pacífico tropical del este a lo largo de la línea ecuatorial.
Según el Servicio Meteorológico Nacional de México, se espera que ocurra una transición de El Niño a ENOS-neutral entre abril y junio de 2024, con una probabilidad del 83%. Esta fase neutral representa un periodo en el cual el océano se comporta dentro de rangos normales. Sin embargo, existe la posibilidad de que La Niña, la fase fría de este fenómeno, se desarrolle entre junio y agosto de 2024, con una probabilidad del 62%.
Durante el fenómeno de El Niño, las temperaturas superficiales del mar en el Pacífico ecuatorial se elevan, lo que puede desencadenar cambios drásticos en el clima, incluyendo lluvias torrenciales, sequías, y otros fenómenos extremos en diversas regiones del mundo. Por otro lado, La Niña, la fase fría, puede provocar un enfriamiento en las mismas áreas, con efectos climáticos opuestos.
Estas variaciones en el clima pueden tener impactos significativos en la agricultura, la economía y la seguridad alimentaria a nivel global. Es fundamental que los gobiernos y las comunidades estén preparados para hacer frente a los posibles efectos de estos fenómenos meteorológicos, mediante la implementación de medidas de adaptación y mitigación.