En el sector agroalimentario, la migración se ha convertido en una respuesta a la falta de oportunidades en el campo y ha conducido a una escasez de mano de obra en el sector, aumentando los costos de producción.
Las caravanas de Centroamérica son una expresión de múltiples crisis, incluyendo la climática por la recurrencia de huracanes, inundaciones, sequías y otros fenómenos que han agudizado la inseguridad alimentaria.
Investigadores del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt) refieren que históricamente la migración en la región ha estado asociada a la agricultura.
Tal es el caso de los trabajadores agrícolas guatemaltecos que cada día se trasladan a la región del Soconusco, en Chiapas. Los riesgos climáticos inciden en este tipo de dinámicas.
Si a eso se le suman los efectos de la pandemia, el panorama se complica más; en 2020 la prevalencia de la inseguridad alimentaria se incrementó a 42 % en Belice, Costa Rica, El Salvador, República Dominicana, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá, afectando a 19 millones de personas, así como a 62 millones si se agrega México y Haití.