Hoy, 12 de diciembre, conmemoramos dos años del fallecimiento del inolvidable intérprete de clásicos de la música regional mexicana, Don Vicente Fernández, quien nos dejó a la edad de 81 años después de enfrentar una hospitalización de cuatro meses, resultado de una lamentable caída.
Nacido el 17 de febrero de 1940 en Huentitán el Alto, Jalisco, Don Vicente cultivó su amor por la música desde temprana edad, inspirándose en su gran ídolo, Emilio “El indio”, a la tierna edad de 6 años, le expresó a su madre el deseo de seguir los pasos de Pedro Infante.
La vida de Don Vicente estuvo marcada por la lucha contra las adversidades económicas, desde peón y albañil hasta pintor, lavador de carros, bolero, mesero, cantinero y cajero, enfrentó diversas ocupaciones antes de iniciar su exitosa carrera musical, comenzó a deleitar a sus seguidores en el Sarape, un antiguo centro nocturno en Guadalajara, cantando ininterrumpidamente durante 54 años, a lo largo de su carrera, grabó más de 100 canciones y su última incursión en el cine fue con “Mi Querido Viejo” en 1991.
Aunque su trayectoria estuvo marcada por triunfos y éxitos, también experimentó momentos dolorosos, como la pérdida de su madre debido al cáncer de mama y la de su padre por cirrosis hepática, además, enfrentó el secuestro de su hijo Vicente Fernández Jr. en 1998, una experiencia traumática que dejó una huella imborrable al cortarle dos dedos.
A los 62 años, recibió el diagnóstico de cáncer de próstata, una batalla que logró vencer, entre las curiosidades que destacan de su vida, se encuentra su arraigada devoción a un cristo que rezaba cada noche antes de su ingreso al hospital, donde finalmente nos dejó.
En este aniversario, recordamos a Don Vicente Fernández no solo por su talento artístico, sino también por su valentía frente a las adversidades y su profunda humanidad, su legado perdura en la memoria de sus seguidores y en las notas eternas de sus inolvidables canciones.