Desde la pandemia, el 98 por ciento de los niños de diez a 15 años utilizan internet de forma natural, de acuerdo con datos del Observatorio Nacional Nacional de Tecnología y Sociedad.
El cada vez más temprano acceso a los dispositivos móviles ha hecho que los menores encuentren menos dificultades a la hora de acceder a videos pornográficos y otros inadecuados para su edad; algo que sucede, entre otros motivos, por la falta de medidas por parte de las plataformas y la ausencia de un sistema sólido que verifique qué años tiene la persona que va a visualizar dicha información sensible.
Además, datos de la empresa de ciberseguridad Kaspersky apuntan a que el 61 por ciento de los menores recibe su primer dispositivo entre los ocho y los doce años.
Las redes sociales más populares, como TikTok o Instagram, han desarrollado diferentes formatos de verificación de edad. En el caso de esta última, se demuestra con la función que ahora permite a los usuarios confirmar la edad que tienen con videoselfis.
TikTok, por su parte, utiliza un filtro de control de la edad, por el que, en el momento de creación de una cuenta, la plataforma solicita al usuario el día, el mes y el año de su nacimiento. Dado que los usuarios pueden mentir sobre este dato, también ha reconocido que escanea los vídeos que publican los usuarios para determinar su edad siempre que se sospeche que son menores.
En cualquier caso, el hecho de que las plataformas introduzcan formatos de verificación de edad más o menos efectivos no implica que los menores no puedan acceder fácilmente a contenidos inadecuados en ellas; unas facilidades que también encuentran cuando navegan por internet fuera de estas plataformas.
En los últimos meses se ha desarrollado un nuevo método para impedir el acceso de menores de edad a contenidos inadecuados, entre ellos, las apuestas y la pornografía.
Este sistema, actualmente en desarrollo, no busca que los proveedores de contenidos o terceros conozcan que la persona que está accediendo a ellos es menor, sino que quien lo haga tiene autoridad para hacerlo y, por ende, es un adulto.
De esta forma, para acceder a contenidos desde un ordenador o una videoconsola, que filtra por defecto el contenido para adulto, requerirá autorización para poder entrar.