Aproximadamente 15 por ciento de las parejas experimentan problemas de infertilidad, entendida como la incapacidad de concebir de forma natural, después de un año de relaciones sexuales sin protección, afirmó la investigadora del Instituto de Biotecnología de la UNAM, Claudia Treviño Santa Cruz. Este porcentaje va en incremento. Son numerosos los factores que la facilitan, sobre todo el estilo de vida: alimentación, exposición a contaminantes en el ambiente, incluso el estrés impacta en la producción de espermatozoides, subrayó.
Treviño Santa Cruz explicó que en el Consorcio analizan el espermatozoide, a fin de entender cómo funciona esta célula y que el conocimiento se aplique para atenderla y desarrollar métodos anticonceptivos. En laboratorio trabajan con tres modelos: espermatozoides de erizo de mar, de ratones y de humanos.
“Estudiamos cómo nada el espermatozoide, cómo sobrevive en el tracto genital femenino porque tiene que hacerlo por muchas horas o días, y después de un largo trayecto en el que enfrenta muchas barreras es que encuentra al ovocito y, finalmente, tiene que fusionarse con él”.
Si comprendemos cómo suceden estos pasos, es más fácil intervenirlos, enfatizó la investigadora. Un espermatozoide recién eyaculado no tiene capacidad de fecundar, incluso si in vitro se le pusiera cerca del ovocito, pues requiere pasar un tiempo dentro del tracto reproductor femenino para que ocurra la capacitación que permite la fecundación. Dicho proceso se puede mimetizar y reproducir in vitro, abundó. “En la vagina el pH es muy ácido, alrededor de cinco, y conforme va subiendo en el útero, en las trompas y al sitio de fecundación, llega hasta un valor de 8. Estas condiciones son señales que le indican al espermatozoide que está en el lugar donde debe haber un ovocito y puede fecundar.