De acuerdo al Atlas sobre el riesgo de trabajo infantil en México de la organización Save the Children, 3.3 millones de niñas, niños y adolescente trabajan; tras los efectos de la crisis provocada por la COVID-19.
Los estados en donde mayor riesgo en la ocupación laboral de niños, niñas y adolescentes existe son Oaxaca y Chiapas.
En el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil 2023, el encargado del albergue Ejército de Salvación en Tapachula, Daniel Roblero, señaló, que el trabajo infantil en esta región es un problema bastante grave, pero poco visibilizado por organizaciones, autoridades y asociaciones, al grado de normalizarse.
“Regularmente este tipo de casos no lo vemos a simple vista, no es tan visible, pero conocemos muchos casos, sobre todo en la región, donde vemos a niños que son ocupados para trabajar en las calles, niños y niñas que son utilizados para poder pedir limosna”.
Daniel Roblero, encargado del albergue Ejército de Salvación.
Aunque en la región Soconusco y en la entidad chiapaneca no existe una investigación o estudio a fondo sobre el trabajo infantil, en las cifras del diagnóstico hecho por Save the Children, revelan que: la mayoría de las niñas y niños que trabajan lo hacen desde los 6 y 8 años; 26% no reciben percepción económica alguna; es decir, uno de los factores que lleva a los niños a trabajar es la pobreza y la obligación de ayudar al sustento familiar.
“En estos casos son niños en estado de vulnerabilidad tanto en las cuestiones sociales, económicas e intrafamiliares. La mayoría de ellos son utilizados para satisfacer el beneficio de un tercero, es decir son obligados, casi nunca lo hacen pensando para si mismo”.
Podrían ser tan inciertos los resultados en Tapachula y toda la región fronteriza, debido a la enorme cantidad de población flotante; además del fenómeno social que significa la llegada de mano de obra infantil a los campos agrícolas de los municipios fronterizos con Guatemala.
“Socialmente, la gente lo ve como algo normal e incluso a veces nos desmotivamos y no ayudamos porque creemos que es para beneficiar a alguien, pero es muy común ver a los niños trabajando en las calles, pero no actuamos para ayudarles”.
La investigación a nivel nacional, detalló que el 95% de los adolescentes trabajan en el sector informal; más del 56% de las y los niños que trabajan lo hacen con un familiar y la mayoría lo realiza en ocupaciones no permitidas o peligrosas. En la región a los niños y niñas los vemos trabajar en parcelas de café, limpiando parabrisas en la calle, o trabajando para sus padres en el comercio informal. Las jornadas laborales les privan de su derecho a la educación.