¿Será la vitamina D un nuevo aliado en la lucha contra el cáncer? La ciencia parece haber encontrado una nueva herramienta que podría tener un rol fundamental de ahora en más.
Nuestro propio sistema inmunitario es uno de nuestros mejores aliados para suprimir el desarrollo del cáncer en nuestro organismo, pero a menudo necesita un pequeño empujón. Una forma de hacerlo es utilizando una clase de medicamentos llamados «inhibidores de puntos de control». Estos ponen freno a determinadas células inmunitarias, denominadas células T asesinas, que intentan destruir las células cancerosas. Pueden ser tratamientos muy eficaces para ciertos tipos de cáncer de piel, pulmón y riñón, pero, por desgracia, no funcionan en todos los pacientes.
Una avalancha de estudios publicados en 2018 demostró que el microbioma de los pacientes puede tener algo que ver con esto. Se descubrió que las personas que respondieron o no a la terapia con inhibidores de puntos de control tenían diferencias consistentes en las bacterias que se encuentran comúnmente en sus intestinos. Y en 2021, dos estudios descubrieron que la transferencia de microbios de la materia fecal de las personas que respondieron a la terapia al intestino de las que no lo hicieron podría mejorar los beneficios terapéuticos en estos últimos pacientes.
Ahora, un descubrimiento inesperado en ratones, publicado en el número del 25 de abril de la revista Science, apunta a un factor que podría explicar por qué las personas responden de forma diferente a la terapia contra el cáncer: el nivel de vitamina D en su tejido intestinal podría promover la presencia y el crecimiento de ciertas bacterias que estimulan a las células T asesinas a atacar el cáncer.
La vitamina D, que podemos obtener a través de la dieta -comiendo pescados grasos o yemas de huevo- o producirla en la piel al exponernos a la luz solar, desempeña un papel fundamental en el metabolismo y la salud de los huesos, los músculos, los nervios y el sistema inmunitario. Había indicios de que también podía desempeñar un papel protector contra el cáncer, pero los nuevos hallazgos en ratones no dejaron de ser una sorpresa.
Caetano Reis e Sousa, inmunólogo del Instituto Francis Crick de Londres (Inglaterra) y autor principal del estudio, afirma que habrá que seguir estudiando detenidamente si los mismos mecanismos funcionan en humanos, pero que merece la pena investigarlo.
“La vitamina D influye en la actividad de cientos de genes, así que es complicado”, dice Reis e Sousa. Pero en varios conjuntos de datos que él y sus colegas han analizado, los pacientes con mayor actividad de vitamina D tenían más probabilidades de sobrevivir a varios tipos de cáncer y respondían mejor a la inmunoterapia.
Los investigadores también hallaron pruebas de que en Dinamarca, donde el sol que ayuda a los humanos a producir vitamina D en la piel es relativamente escaso, los registros sanitarios detallados revelan que las personas con falta de vitamina D tenían un riesgo elevado de desarrollar cáncer en la década siguiente. “Probablemente se trata de una subestimación”, explica el experto, “porque al menos algunas de estas personas probablemente decidieron tomar suplementos de vitamina D después de enterarse de la deficiencia”.
Este estudio proporciona una razón más para asegurarse de producir o consumir suficiente vitamina D, afirma Carsten Carlberg, bioquímico de la Academia Polaca de Ciencias de Olsztyn que lleva décadas estudiando los efectos de esta vitamina y no participó en el estudio de Science. Sin embargo, advierte que no sería prudente sacar conclusiones precipitadas sobre nosotros mismos basándonos en los resultados obtenidos en ratones. “Hay 75 millones de años de evolución que separan a ratones y humanos”.