Dentro de las comunidades rurales, las mujeres consolidan un pilar fundamental en esas sociedades campesinas que luchan diariamente contra la marginación, la pobreza y el abandono de las autoridades; son ellas las que encabezan la educación de los niños, desde antes de ir a la escuela, y son también, quienes curan a sus enfermos.
El 18 de diciembre de 2007, la Asamblea General de Naciones Unidas, designó el 15 de octubre como el Día Internacional de las Mujeres Rurales, incluida la mujer indígena, en la cual reconoce la función y contribución en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural.
Según fuentes oficiales del gobierno federal a través de su portal, en México, 27.4 millones de personas viven en zonas rurales, definidas como localidades de menos de 2 mil 500 habitantes. La mitad de ellas, es decir, 50.7%, son mujeres; por lo cual, las mujeres rurales constituyen casi una cuarta parte de la población femenina nacional.
De 61.5 millones de mujeres, el 23% habitan en localidades rurales y el 75% de ellas son mayores de 12 años. Las mujeres rurales juegan un rol importante para desempeñar actividades primarias y conservar los recursos naturales de sus comunidades.
El integrante del concejo regional indígena MAM, Diego Toj, detalló que la mujer rural, es un ser muy especial, porque a pesar de que se encuentran lejos de las ciudades, ellas se encargan de la educación de los niños en cuanto a valores, asimismo, dan a conocer el universo de plantas medicinales que hay en el campo, y la forma de cómo orientar a los niños para la vida.
A pesar de la riqueza cultural que tienen las mujeres rurales, el atraso y la marginación en algunos servicios básicos de comunicación en los caminos, la electricidad, y otros aspectos, impiden el total desarrollo de este sector de la población dentro de sus comunidades, enfatizó Diego Toj.
Puntualizó que, en este Día Internacional de las Mujeres Rurales, es un buen pretexto para que las autoridades trabajen en la atención de las mujeres y las niñas rurales se invierta en infraestructura, servicios y protección social sostenibles para cambiar radicalmente sus medios de vida, bienestar y resiliencia.