Centenares de militares comenzaron a tomar el control de las violentas cárceles de Honduras, después de la matanza de 46 internas en un penal de mujeres la semana pasada, por disputas entre pandillas rivales y una escalada de inseguridad en el país, dijeron autoridades.
La presidenta Xiomara Castro anunció la semana pasada el regreso del control del sistema penitenciario, dominado por criminales, a la Policía Militar del Orden Público (PMOP), en un viraje en su propuesta de desmilitarizar la seguridad, tras la mortal reyerta en el penal femenil entre miembros de las pandillas Barrio 18 y su rival Mara Salvatrucha.
Centenares de presos con sus cabezas rapadas, en pantalones cortos y sin camisas, y muchos de ellos tatuados, fueron sentados en el piso, muy pegados, en filas, mientras se llevaban a cabo inspecciones en dos penales de alta seguridad ayer.
Los presidiarios fueron vigilados muy de cerca por efectivos militares vestidos con ropas de combate, fuertemente armados y con los rostros cubiertos, en la prisión de alta seguridad de Támara, unos 15 kilómetros al norte de Tegucigalpa, según las fotos del Ministerio de Seguridad.