Reconocer las emociones y saber gestionarlas permiten tener conciencia de lo que se está sintiendo, pero también nos ayuda a regular nuestra disposición a los sentimientos que pueden afectarnos.
“La ansiedad se ve reflejada de múltiples formas: dificultad para dormir o conciliar el sueño, falta de concentración, irritabilidad e inquietud, sensación de verse abrumados ante las demandas académicas, mayor apetito o la falta de éste, falta de energía para hacer las actividades cotidianas; tristeza y llanto, sensación de aislamiento, falta de propósito así como de voluntad vital”.
Si bien tiene sentido que en ocasiones te sientas triste cuando las cosas en tu vida no van del todo bien, eso no significa que tu única opción sea derrumbarte. Reconocer que estás triste a la vez que te fuerzas a ti mismo a hacer algo productivo te ayudará a sentirte mejor antes.
Reconocer las emociones implica tomar conciencia de lo que nos está sucediendo, identificar y significar lo que se siente y desde ese conocimiento, evaluar estrategias que permitan lograr una sensación de bienestar.
Poder identificar la pena, rabia o el enojo ayuda muchísimo a entender qué podemos hacer frente a esa emoción y entender por qué podemos estar ante esa situación. No siempre que estamos tristes significa que estamos enfermos. Hay que reconocer las emociones que son esperables para ciertas situaciones.
“El tomar conciencia de nuestro estado corporal y guiar nuestra atención nos ayuda a modificar nuestro patrón respiratorio, relajar la mandíbula y los brazos y pensar desde este nuevo estado más calmo y así buscar las soluciones ante cualquier situación mejorando dramáticamente nuestra vida”.