Los mexicanos están descubriendo la veracidad de esta frase del historiador romano Apiano, pues estos días ven cómo uno de sus tesoros naturales, la playa de Balandra, considerada la “más bonita” del país, ha sido cerrada debido a un derrame de combustible provocado por el incendio de una embarcación recreacional que, de acuerdo con la legislación nacional, no debía estar allí.
Las autoridades han desplegado a decenas de funcionarios para intentar limpiar la zona que desde 2012 no solo ostenta el título de “área de protección de flora y fauna”, sino también el de Patrimonio de la Humanidad que otorga la Organización de Naciones Unidas para la Educación y la Cultura (Unesco).
El incidente preocupa a los habitantes del estado norteño de Baja California Sur, para quienes los miles de turistas que, año a año, llegan atraídos por las famosas aguas turquesas de las playas del parque representan una importante fuente de ingresos.
El derrame que ha teñido de negro las aguas y las blancas arenas de al menos tres playas del parque de Balandra se produjo en la noche del sábado, cuando un barco identificado como “Fortius” se incendió.
Los ocho turistas que viajaban en la embarcación y los cuatro miembros de la tripulación fueron rescatados ilesos, reportó la prensa local.
Las causas del siniestro siguen sin conocerse. Sin embargo, el hecho de que el yate, de más de 24 metros de largo y casi 6 de ancho, se hundiera con diésel en sus tanques hace temer que el vertido continúe.
“Hay que rescatar la embarcación hundida además, para que no vaya a contaminar más, aunque la Marina ya hizo un bordo para que no se siga esparciendo”, declaró el gobernador de Baja California Sur, Víctor Castro Cosío, a las horas de conocerse el incidente.
En una primera declaración las autoridades del Área Natural Protegida de Balandra, de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), de la Capitanía de Puerto y de la Secretaría de Marina admitieron que la cantidad de combustible derramado es “considerable”.